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Institucional

¡¡Felicidades, querida Romareda!!

El 8 de septiembre de 1957, hace hoy 60 años, el entonces alcalde de Zaragoza, Luis Gómez Laguna, flanqueado por el presidente del Real Zaragoza, Cesáreo Alierta, hacía el saque de honor conmemorativo de la inauguración del estadio de La Romareda. Aquella imagen simbolizaba la sintonía institucional que fue capaz de convertir en realidad el proyecto de una instalación fundamental para la ciudad, para los zaragozanos y para el Real Zaragoza.

Atrás había quedado un año de trabajo en una nueva zona de crecimiento para la ciudad de Zaragoza. El viejo campo de Torrero, feudo de los hitos del Iberia Sport Club y más tarde del Real Zaragoza, se había quedado pequeño y anticuado; resultaba imprescindible un escenario nuevo.

La colaboración de las instituciones permitió la construcción de un estadio mucho más acorde con las necesidades del Club y con las exigencias de una ciudad en crecimiento.

El pistoletazo de salida lo brindó un amistoso entre el Real Zaragoza y Osasuna, en el que el cuadro local se impuso por 4-3, con dos goles del delantero Ramón Vila, autor del primer tanto en el nuevo estadio. La Romareda se ganó enseguida el cariño de los aficionados que lo convirtieron, como ha sido desde entonces hasta este momento, el templo del zaragocismo y el escenario donde se han entrelazado los hitos y las gestas del conjunto aragonés.

Guarda ese impresionante escenario miles de historias de fútbol, de valores y superaciones personales y, sobre todo, sus paredes –y su terreno de juego- se envuelven de emociones y sentimientos, el sentido del fútbol.

La afición, el alma del Real Zaragoza, ha encontrado en La Romareda el refugio donde gritar, donde sufrir, donde disfrutar y, sobre todo, donde amar a un equipo. Ha disfrutado de los éxitos de los Magníficos, los Zaraguayos o el equipo de la Recopa; ha llorado de alegría al ver los trofeos conseguidos por su escuadra; y ha encadenado jornadas gloriosas, en las que el Real Zaragoza ha hecho hincar la rodilla a los grandes.

Pero La Romareda traspasa también el ámbito del propio club; y se ha convertido en escenario de gestas deportivas de otros clubes y de teatro de actuaciones y visitas de primer orden mundial.

60 años después, es tiempo de recordar a quienes lo hicieron posible, de reconocer el mérito de los que auparon al equipo y de congratularse la ciudad y todo el zaragocismo.

Felicidades, Zaragoza; felicidades, zaragocistas. ¡¡Felicidades, querida Romareda!!